Oh, el olor de la muerte.
Lo sentí sólo cerca del abismo, me atrajo un potente imán.
¡Asómate!
Estado insalvable de melancolía.
El aire nunca fue tan sofocante, pero mis manos cada vez más gélidas.
Impotencia insondable en el océano de mis lágrimas.
Nadie vino a rescatarme.
Y caía y caía hacia la negritud.
Las redes se habían roto hacía años.
Las manos tendidas resbalaban entre mis dedos.
Ya no floto, es demasiado denso y me consume.
Vi mi calavera frente a frente.
Los escalofríos ya no interrumpían mi llanto.
Apenas puedo emitir un grito ahogado.
Alrededor perduran los paisajes de la desolación.
Dejando paso al abismo, al vacío.
Mi pituitaria percibió esa muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opinión libre. Sugerencia, evocación, ideas...