Te posaste confiado sobre mí.
Yo me dejé querer, crédula.
Introdujiste tu trompa en mi epidermis.
Te vi como una bella libélula.
Pero yo no te supe a polen.
Y me absorbiste hasta la médula.
De tu boca goteaba mi sangre aún caliente.
No tuve opción, me desangraste.
Apoyé mi dígito.
Acabé con tu apetito sanguinario y dependiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opinión libre. Sugerencia, evocación, ideas...